31/10/16

que el amor supere al egoismo

PD2: La conversión consiste en que el amor supere progresivamente al egoísmo en nuestra vida… Y nos podemos convertir cada día, pero hay que querer, hay que pedir al Señor que nos aumente la fe.

28/10/16

nuestras habilidades

PD4: Cada persona es un administrador: cuando nacemos, se nos da a todos una herencia en los genes y unas capacidades para que nos realicemos en la vida. Descubrimos que estas potencialidades y la vida misma son un don de Dios, puesto que nosotros no hemos hecho nada para conseguirlas. Son un regalo personal, único e intransferible, y es lo que nos confiere nuestra personalidad. Son los “talentos” de los que nos habla el Señor, las cualidades que debemos hacer crecer a lo largo de nuestra existencia… Al final de la vida rendiremos cuentas.

27/10/16

hablar con los hijos

PD6: Una pregunta ¿Cuánto tiempo hablaste ayer con tu hijo? 1min, 3 min, 5 min...? Piénsalo… ¿Y de qué hablaste? ¿Le regañaste, le echaste en cara sus errores, no parecerse a lo que tu hacías…, le trataste de sonsacar lo que hace durante el día, le fisgaste para enterarte de todo? No sería mejor que cuando le hables, en vez de contarle batallitas, lo que tu hacías a su edad, le animes con sus estudios, seas positivo, le alabes sus éxitos, le preguntes por lo que más le gusta… Y si se equivoca, dale mucho apoyo, anda que no nos hemos equivocado tu y yo veces en el pasado… Apaga la tele y habla con ellos, ánimo.

26/10/16

mejor estar calladito

PD1: Como siempre, suelo ser un bocazas y hablo o cuento más de lo que debo…, maldita mi verborrea. Siempre meto la pata, es mi sino. Santa María del Silencio, enséñame a callar en tantas ocasiones en las que mis palabras no son las oportunas.
A veces es mejor quedarse callado y parecer tonto que abrir la boca y eliminar toda duda. Humildad en el hablar, humildad en todo lo que se hace…

25/10/16

ahora es igual que antes

PD2: Lo que decía San Pablo a los efesios está de plena actualidad a día de hoy:

Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.

Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

De la fornicación, la impureza, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Tampoco vulgaridades, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de lugar. Lo vuestro es alabar a Dios. Tened entendido que nadie que se da a la fornicación, a la impureza o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios

24/10/16

el rostro de Dios

PD3: Papa Francisco: En el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver.

21/10/16

pedir con insistencia

PD3: ''Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas'', San Agustín. Hay que pedir porque se acaben las guerras y no empiece ninguna más, y pedir con insistencia…

20/10/16

dar gracias todos los días a todas horas...

PD2: Hay que dar gracias a Dios por todo lo que nos pasa, por lo que nos ha dado, por la familia que tenemos, por los amigos que nos pone delante, por el que nos ayudó a recuperar la fe, por la salud buena o mala que tengamos, por el trabajo, por los clientes, por el país que nacimos, esté como esté… Cada día por la noche, en el examen, habría que dedicarle unos minutos de acción de gracias.

Y una queja: ¿Por qué la gente sale corriendo después de comulgar en la Misa? ¿Por qué no se quedan unos minutos a darle gracias al Señor que tenemos dentro? Aunque se largue el señor cura, nos podemos quedar nosotros, sentados, unos minutillos para darle muchas gracias…

19/10/16

DOMUND

PD3: A ver si apoquinamos un poco entre todos… Si no tienes dinero para ayudar, da oraciones. Y si ayudas con mucho dinero, no te olvides que, también es muy importante, echa muchas oraciones.

Pregón de Pilar Rahola sobre el Domund.

Me diréis que es política, que chaquetera, pero yo le agradezco de corazón este testimonio y rezo para que encuentre a Dios, está cerca.

PREGÓN DOMUND PILAR RAHOLA

Excelentísimo Sr. Arzobispo Juan José Omella, monseñores, autoridades, amigas y amigos: 

No puedo empezar este pregón sin compartir los sentimientos que, en este preciso momento, me tienen el corazón en un puño. Estoy en la Sagrada Familia, donde, como decía el poeta Joan Maragall, se fragua un mundo nuevo, el mundo de la paz. Y estoy aquí porque he recibido el inmerecido honor de ser la pregonera de un grandioso acto de amor que, en nombre de Dios, nos permite creer en el ser humano. Si me disculpan la sinceridad, pocas veces me he sentido tan apelada por la responsabilidad y, al mismo tiempo, tan emocionada por la confianza.

No soy creyente, aunque algún buen amigo me dice que soy la no creyente más creyente que conoce. Pero tengo que ser sincera, porque, aunque me conmueve la espiritualidad que percibo en un lugar santo como este y admiro profundamente la elevada trascendencia que late el corazón de los creyentes, Dios me resulta un concepto huidizo y esquivo. Sin embargo, esta dificultad para entender la divinidad no me impide ver a Dios en cada acto solidario, en cada gesto de entrega y estima al prójimo que realizan tantos creyentes, precisamente porque creen. ¡Qué idea luminosa, qué ideal tan elevado sacude la vida de miles de personas que un día deciden salir de su casa, cruzar fronteras y horizontes, y aterrizar en los lugares más abandonados del mundo, en aquellos agujeros negros del planeta que no salen ni en los mapas! ¡Qué revuelta interior tienen que vivir, qué grandeza de alma deben de tener, mujeres y hombres de fe, qué amor a Dios que los lleva a entregar la vida al servicio de la humanidad! No imagino ninguna revolución más pacífica ni ningún hito más grandioso.

Vivimos tiempos convulsos, que nos han dejado dañados en las creencias, huérfanos de ideologías y perdidos en laberintos de dudas y miedos. Somos una humanidad frágil y asustada que camina en la niebla, casi siempre sin brújula. En este momento de desconcierto, amenazados por ideologías totalitarias y afanes desaforados de consumo y por el vaciado de valores, el comportamiento de estos creyentes, que entienden a Dios como una inspiración de amor y de entrega, es un faro de luz, ciertamente, en la tiniebla.

Hablo de ellos, de los misioneros, y esta palabra tan antigua como la propia fe cristiana —no en vano los cristianos empezaron a salir de su tierra, para ir a la tierra de todos, desde los principios de los tiempos—, esta palabra, decía, ha sido ensuciada muchas veces, arrastrada por el fango del desprecio. Es cierto que los misioneros tienen un doble deseo, una doble misión: son portadores de la palabra cristiana y, a la vez, servidores de las necesidades humanas. Es decir, ayudan y evangelizan, y pongo el acento en este último verbo, porque es el que ha sufrido los ataques más furibundos, sobre todo por parte de las ideologías que se sienten incómodas con la solidaridad, cuando se hace en nombre de Cristo. De esta incomodidad atávica, nace el desprecio de muchos.

Es evidente que las críticas históricas a determinadas prácticas en nombre de la evangelización son pertinentes y necesarias. Estoy convencida, leyendo el Nuevo Testamento, de que el mismo Jesús las rechazaría. Pero no estamos en la Edad Media, ni hace siglos, cuando, en nombre del Dios cristiano, se perpetraron acciones poco cristianas. Desgraciadamente, el nombre de todos los dioses se usa en vano para hacer el mal, y este hecho tan humano tiene muy poco que ver con la idea trascendente de la divinidad. Pero, al mismo tiempo, hay que poner en valor la entrega de miles y miles de cristianos que, a lo largo de los siglos, han hecho un trabajo de evangelización, convencidos de que difundir los valores fraternales, la humildad, la entrega, la paz, el diálogo, difundir, pues, los valores del mensaje de Jesús, era bueno para la humanidad. Si es pertinente hacer proselitismo político, cuando quien lo hace cree que defiende una ideología que mejorará el mundo, ¿por qué no ha de ser pertinente llevar la palabra de un Dios luminoso y bondadoso, que también aspira a mejorar el mundo? ¿Por qué, me pregunto —y es una pregunta retórica—, hacer propaganda ideológica es correcto, y evangelizar no lo es? Es decir, ¿por qué ir a ayudar al prójimo es correcto cuando se hace en nombre de un ideal terrenal, y no lo es cuando se hace en nombre de un ideal espiritual? Y me permito la osadía de responder: porque los que lo rechazan lo hacen también por motivos ideológicos y no por posiciones éticas.

Quiero decir, pues, desde mi condición de no creyente: la misión de evangelizar es, también, una misión de servicio al ser humano, sea cual sea su condición, identidad, cultura, idioma..., porque los valores cristianos son valores universales que entroncan directamente con los derechos humanos. Por supuesto, me refiero a la palabra de Dios como fuente de bondad y de paz, y no al uso de Dios como idea de poder y de imposición. Pero, con esta salvedad pertinente, el mensaje cristiano, especialmente en un tiempo de falta de valores sólidos y trascendentes, es una poderosa herramienta, transgresora y revolucionaria; la revolución del que no quiere matar a nadie, sino salvar a todos.

Permítanme que lo explicite una manera gráfica: si la humanidad se redujera a una isla con un centenar de personas, sin ningún libro, ni ninguna escuela, ni ningún conocimiento, pero se hubiera salvado el texto de los Diez Mandamientos, podríamos volver a levantar la civilización moderna. Todo está allí: amarás al prójimo como a ti mismo, no robarás, no matarás, no hablarás en falso...; ¡la salida de la jungla, el ideal de la convivencia! De hecho, si me disculpan la broma, solo sería necesario que los políticos aplicaran las leyes del catecismo para que no hubiera corrupción ni falsedad ni falta de escrúpulos. El catecismo, sin duda, es el programa político más sólido y fiable que podamos imaginar.

Y de la idea menospreciada, criticada y tan a menudo rechazada de la evangelización, a otro concepto igualmente demonizado: el concepto de la caridad. ¿Cuántas personas de bien que se sienten implicadas en la idea progresista de la solidaridad, y alaban las bondades indiscutibles que la motivan, no soportan, en cambio, el concepto de la caridad cristiana? Y uso el término con todas sus letras: caridad cristiana, consciente de cómo molesta esa motivación en determinados ambientes ideológicos. Sin embargo, esta idea, que personalmente encuentro luminosa, pero que otros consideran paternalista e incluso prepotente, ha sido el sentimiento que ha motivado a millones de cristianos, a lo largo de los siglos, a servir a los demás. Y cuando hablamos de los demás, hablamos de servir a los desarraigados, a los olvidados, a los perdidos, a los marginados, a los enfermos, a los invisibles. ¡Quiénes somos nosotros, gente acomodada en nuestra feliz ética laica, para poner en cuestión la moral religiosa, que tanto bien ha hecho a la humanidad! La caridad cristiana ha sido el sentimiento pionero que ha sacudido la conciencia de muchos creyentes, decididos a entregar la vida propia para mejorar la vida de todos.

Y no me refiero solo a los misioneros actuales, a los más de quinientos catalanes, o a los casi trece mil de todo el Estado, repartidos por todo el mundo, allí donde hay necesidad más extrema, sino también a aquellos lejanos cristianos que, por amor a su fe, protagonizaron gestas heroicas. ¿Qué podemos decir, por ejemplo, de los mercedarios que se intercambiaban por personas que estaban presas en tierras musulmanas, como acto sublime de sacrificio propio, en favor de los demás? El mismo ideal espiritual que motivaba a san Serapión a ir hasta el Magreb, entrar en la prisión de un sultán y liberar a un desconocido, convencido de que aquel acto de amor era un tributo a Dios, es el que motivó a Isabel Solà Matas, una joven enfermera catalana, perteneciente a la Congregación de Jesús-María, a estar dieciocho años en Guinea y ocho en Haití, hasta que fue asesinada. Durante todos estos años de entrega, dejó su estela de bondad y servicio, y, gracias a ella, por ejemplo, existe ahora el Proyecto Haití, un centro de atención y rehabilitación de mutilados que fabrica prótesis para los haitianos que no tienen recursos. La conocían como «la monja de los pies», porque, gracias a ella, muchos haitianos pobres habían tenido una segunda oportunidad. Casi ochocientos años separaban a san Serapión de Isabel Solà, y, en ocho siglos, el mismo alto ideal de servicio y entrega los motivaba, empujados por la creencia en un Dios de amor.

Y como Isabel, tantos otros misioneros, monjas, curas y seglares, muertos en cualquier rincón del mundo, asesinados, abatidos por virus terribles, caídos en las guerras de la oscuridad. Cómo no recordar al hermano Manuel García Viejo, miembro de la Orden de San Juan de Dios, que, después de 52 años dedicados a la medicina en África, se infectó del ébola en Sierra Leona y murió. O a su compañero de Orden Miguel Pajares, que desde los doce años dedicaba su vida a los más pobres y que regentaba un hospital en una de las zonas de Liberia más castigadas por el virus. Todos ellos, caídos en el servicio a la humanidad, motivados por su fe religiosa y por la bondad de su alma. Isabel, Manuel, Miguel son la metáfora de lo que significa el ideal del misionero: el de amar sin condiciones, ni concesiones. Si Dios es el responsable de tal entrega completa, de tal sentimiento poderoso que atraviesa montañas, identidades, idiomas, culturas, religiones y fronteras, para aterrizar en el corazón mismo del ser humano, si Dios motiva tal viaje extraordinario, cómo no querer que esté cerca de nosotros, incluso cerca de aquellos que no conocemos el idioma para hablarle.

Decía Isabel Solà en 2011, en un vídeo-blog para pedir ayuda para su centro de prótesis: «Os preguntaréis cómo puedo seguir viviendo en Haití, entre tanta pobreza y miseria, entre terremotos, huracanes, inundaciones y cólera. Lo único que podría decir es que Haití es ahora el único lugar donde puedo estar y curar mi corazón. Haití es mi casa, mi familia, mi trabajo, mi sufrimiento y mi alegría, y mi lugar de encuentro con Dios».

No encuentro palabras más intensas para describir la fuerza grandiosa del amor. He dicho al inicio de este pregón que no soy creyente en Dios, y esta afirmación es tan sincera como, seguramente, triste. ¡Estamos tan solos ante la muerte los que no tenemos a Dios por compañía! Pero soy una creyente ferviente de todos estos hombres y mujeres que, gracias a Dios, nos dan intensas lecciones de vida, apóstoles infatigables de la creencia en la humanidad. El papa Francisco ha pedido, en su Mensaje para este DOMUND, que los cristianos «salgan» de su tierra y lleven su mensaje de entrega, pero no porque los obliga una guerra o el hambre o la pobreza o la desdicha, como tantas víctimas hay en el mundo, sino porque los motiva el sentido de servicio y la fe trascendente. Es un viaje hacia el centro de la humanidad. Esta llamada nos interpela a todos: a los creyentes, a los agnósticos, a los ateos, a los que sienten y a los que dudan, a los que creen y a los que niegan, o no saben, o querrían y no pueden. Las misiones católicas son una ingente fuerza de vida, un inmenso ejército de soldados de la paz, que nos dan esperanza a la humanidad, cada vez que parece perdida.

Solo puedo decir: gracias por la entrega, gracias por la ayuda, gracias por el servicio; gracias, mil gracias, por creer en un Dios de luz, que nos ilumina a todos.

18/10/16

ánimo, se puede...

PD2: “Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista”, lo dijo un tal Michael Levine, que no tengo ni idea quién es. Pero es una gran verdad. ¡Ay de esos padres que no hacen caso de sus hijos, que no se involucran, que lo tienen todo delegado en la madre, so pretexto de no tener tiempo para nada, que llegan demasiado cansados del trabajo, que no van a ver a los profesores en las tutorías, que les compran su cariño con tonterías, que se excusan ante sus hijos y les tratan de compensar con media hora el fin de semana…, ay!!!

Hace años, en mi niñez, los padres llegaban a casa y pedían un whisky; ahora llegan más tarde a casa para evitar hacer lo que otros muchos hacen, los baños, la cena, los deberes…, ufff, qué pereza les da!!!

Ánimo, se puede, se debe educar a los hijos con nuestro tiempo, se debe encontrar tiempo de calidad, no seamos rácanos…, y sin tener el móvil encendido, por favor!!!

17/10/16

las buenas personas

PD4: La familia, los amigos de toda la vida, los buenos compañeros de trabajo, los que te hablan de Dios, los que quieren lo mejor para ti. Si haces un repaso, son muy pocos; los demás pasan de ti, se aprovechan de ti, te usan, no se preocupan por ti…

14/10/16

predestinación

PD4: ¿Creemos los cristianos en la predestinación, como creen otras religiones? ¡No!: los cristianos creemos que Dios nos tiene reservado un destino de felicidad. Dios quiere que seamos felices, afortunados, bienaventurados. Esta palabra se va repitiendo en las enseñanzas de Jesús: “Bienaventurados, bienaventurados, bienaventurados...». «Bienaventurados los pobres, los compasivos, los que tienen hambre y sed de justicia, los que creerán sin haber visto”.

Dios quiere nuestra felicidad, una felicidad que comienza ya en este mundo, aunque los caminos para llegar no sean ni la riqueza, ni el poder, ni el éxito fácil, ni la fama, sino el amor pobre y humilde de quien todo lo espera. ¡La alegría de creer!

13/10/16

¿Le importamos a alguien?

PD2: Sí, ya sé que a tu mujer, tus hijos y tus padres les importamos bastante. ¿Sólo a ellos? El Señor se encarnó, vino a este mundo a salvarnos, y se dejó matar cruelmente en la cruz por nosotros, por ti y por mí, por todos nosotros, pero no como un conjunto de personas, sino por cada uno de nosotros. Y lo hizo porque nos quería. Su muerte por mí en la cruz me dignifica, me hace especial… Alguien más me quiere aparte de mi parentela y amigos…

11/10/16

En la vida nos pasan cosas.

PD6: Sufrimos tristezas con la pérdida de los seres queridos, tenemos alegrías, disfrutamos con momentos divertidos, pasamos calamidades…, nos pasan todo tipo de cosas. Pero no debemos entender lo que nos va pasando como premio o castigo. Dios no nos manda lo malo para castigarnos, ni lo bueno como recompensa, ni mucho menos. En el camino de la vida nos van ocurriendo cosas diferentes, a todos.

Hay gente que se cree que los buenos, los piadosos, los creyentes, o los más practicantes, Dios nos mima más. Yo así lo creo, pero no en aspectos materiales, sino en espirituales. Y la gente piensa que a los malos Dios les castiga más. Pues tampoco.

Dios nos va dando sus muestras de cariño a todos, y en estas cosas que nos pasan, unos vemos la mano de Dios, otros no se enteran de nada… No, no les toca la lotería a los buenos y les llega la inspección fiscal a los malos. No es así como funciona la vida, no es el modelo de acción-reacción cuando nos relacionamos con Dios. Es una búsqueda de su amor, a través del prójimo, una vez que le encontramos, una vez que nos llega la fe.

10/10/16

sentirse juzgado

PD1: Esa desagradable sensación que uno percibe cuando alguien te mira de arriba abajo con detenimiento. A mi me pasa mucho cuando llego y ven mi coche: un viejo Dacia Sandero que no suele andar muy limpio (lo lavo una vez al año ya que considero que no debemos vivir para el coche), y anda con bastantes rozaduras de aparcamientos indebidos… (mis hijos son los culpables).

Pero no sólo es el coche, es cuando llegas a un sitio y te miran y remiran y suben la cabeza para verte la cara y bajan a mirarte hasta los zapatos…, como si te desnudasen. Esto ocurre en todas las edades, lo hacen los jóvenes entre sí, y los mayores también. De ahí la moda, para evitar murmuraciones de lo mal vestido que vas, de ahí querer estar vestido a la moda, para recibir la aprobación del de enfrente…

Cuando me lo hacen, cuando me fulminan con la mirada, que se nota, no siento rubor alguno, sino que rezo algo por aquél que me lo está haciendo, para que no se crea superior… Ay de la soberbia, ay!!! Qué bonita es la sencillez y mirar al otro con ojos limpios, sin tener que juzgarle por su apariencia, por lo que tiene, por lo que hace.

En la familia, entre padres y los hijos que viven con los padres, esto no se suele hacer. Es en la familia donde más amor existe: se acepta al otro como es y no se le juzga continuamente. Los padres corrigen a sus hijos, es su deber…, son esos matices de ir educándoles en valores, en el vestir, en el hacer. Se hace porque se les quiere, no para hacerles un calco a sus progenitores, ni mucho menos. Y no les jugamos. Los hijos tampoco andan juzgando a los padres… Hay un momento en que nos ven viejos y piensan que somos de otra época…, pero no nos juzgan, nos quieren, a pesar de la difícil adolescencia que acaba pasando…

No, vivimos para juzgar a todos, para decidir lo que se tiene que hacer, lo que está bien hecho, lo que uno debe vestir, el coche que debe tener, que si es muy caro, que si es demasiado bueno, que si va muy desaliñado, que si va demasiado a la moda, que si tiene mucho tacón, que si es un frívolo, que si se ha separado, que si no atiende a sus hijos…, siempre juzgando. Malo, malo… Esto sí que no es cristiano.

7/10/16

si digo herejías me corriges

PD2: Últimamente me han entrado dudas de lo que cuento aquí sea cierto, siga fielmente el Evangelio del Señor en materia de amor y misericordia. ¿No me estaré despistando y cometiendo herejías aquí y allá? ¿No estaré contando demasiado cosas de mi vida, lo que me pasa y pienso, mis opiniones personales? Si digo alguna barbaridad te invito a que me corrijas; si digo alguna herejía, te urjo a que me avises cuanto antes… Creo que debo trasmitir las enseñanzas del Evangelio de Cristo, no, como viene siendo habitual en la sociedad, la religión particular a la carta y gusto de cada uno…

6/10/16

el dios dinero

PD4: No es que en Europa hayamos dejado de creer en Dios, sino que hemos puesto en su lugar al “dios dinero”. Ateo no es nadie, todos creemos en alguien, o en algo… Aunque el dinero no da la felicidad, sólo da un placer efímero, o alienta la soberbia de poseerlo todo...

5/10/16

la felicidad...

PD4: La felicidad no es sólo la que se tiene, sino la que se da. Olvídate de este mundo posesivo que vivimos. No se es más por tener, sino por dar… Y se es más feliz cuanto más nos damos…

3/10/16

gracias por ayudar a Cáritas

PD2: Datos de Cáritas española de 2015:

83.712 voluntarios

328.642.469 euros dedicados a los pobres

Gracias por colaborar…, hay que seguir ayudando.