PD2: San Agustín decía que había que pedir siempre con perseverancia. Pedimos mal y se nos concede lo que necesitamos. Yo creo que a Dios le gusta que le pidamos cosas espirituales, no materiales.
El ideal es convertir el día entero a Dios: es lo que se llama la oración continua. Ofrecer todo lo que hacemos a Dios, todo lo ordinario, el trabajo profesional y el de casa, los afectos, la caridad con los demás, el apostolado. Si así lo hacemos, si ofrecemos todos nuestros quehaceres, estaremos rezando todo el día, pidiendo, dando gracias, alabándole…
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