PD1: El Señor está vivo y se aparece a los de Emaús que le reconocen al partir el pan. A nosotros se nos aparece también todos los días. En la Eucaristía, como a esos, y en todos los momentos de la jornada. Hay que tratar de ver su mano en las cosas que nos pasan. Lo tenemos con nosotros, se deja rozar y sigue buscando nuestro encuentro. Sólo hay que abrir los ojos y verlo…, salir de nuestra ceguera e incredulidad.
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