PD2: Para alcanzar la paz, la harmonía, la felicidad en casa, los que viven con nosotros deben sentirse queridos: deben saber que les queremos y debemos dar muestras continuas que les queremos… No hace falta machacarles con besos o abrazos, como tanto nos gustaría, sino que nos preocupamos por sus cosas, que les prestamos atención, que sabemos lo que les pasa, sus preocupaciones, sus quehaceres. No sólo los que siguen viviendo en casa, los más jóvenes, sino también los que han volado ya.
Sentirse queridos incluye también a la parienta, que sepa que nos interesa lo que nos cuenta, aunque lleguemos cansados o con preocupaciones, que sepa que lo que hacemos es por el bien común del matrimonio, de los hijos… Sin darle el coñazo de fardar o echarle en cara todo lo que hacemos por la familia, que en definitiva es nuestro deber.
Si conseguimos que los que vivimos juntos se sientan queridos, viviremos en paz y habrá mucha felicidad y alegría en la casa. Y si ha habido tensiones o malhumores, o rencillas, saber perdonar, nunca echarlo en cara, olvidarlas y volver a empezar a quererles…
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