PD1: Hay un bonito refrán que dice: “Si de Dios has de ser oído, nunca reces distraído”. Pues eso, hay que dejar lo que se está haciendo y poner la cabeza en ello un rato cada día. Al final consigues que sean esos los momentos buenos de la jornada. Y si nos distraemos con nuestras cosas, problemas en casa o en el trabajo, pues eso es lo que debe querer el Señor, saber de nuestras preocupaciones…
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