PD: El que ha tenido un buen padre sabe lo que significa ser un hijo de su padre. Esa experiencia positiva con nuestro progenitor nos hace que tengamos más posibilidad de reconocer a Dios en su faceta de Padre. El Señor nos lo dijo siempre, nos hablaba continuamente de su relación con su Padre Dios. Le rezaba, le pedía cosas, y nos enseño a rezarle y a verle como nuestro Padre. Somos Hijos de Dios. Esto es algo maravilloso que no todo el mundo se da cuenta. Nos provee, nos cuida, y nos mima, a pesar de las dificultades de la vida, a pesar de la Cruz.
Es por eso la significativa labor de padres que tenemos los hombres. Mostrar a nuestro hijos la ternura de un padre, como la que tuvo nuestro Padre Dios.
Y no queda en un proceso educativo, sino que es una signo de esperanza en el más allá. Les damos de comer. ¡Ay de esas comidas de domingo que montamos en casa con tantos que somos…! Son celebraciones donde damos lo mejor de nosotros. Igual que la celebración eucarística. Son detalles de padres que sabemos que nos llegará el gran banquete de la vida eterna…
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