PD1: Al levantarme cada mañana, le doy gracias a Dios por el nuevo día que me ha dado para vivir, le pido ayuda para que me eche una mano durante el día en las dificultades, y sobre todo, le ofrezco todo lo que haré durante el día. ¿Cómo lo hago? De la manera más simple, diciéndole en voz baja: “Gracias por el nuevo día. Ayúdame en lo que se tuerza. Te ofrezco todo lo que voy a hacer durante este día”. Así de simple. Y mañana otra vez, y así llevo muchos años…
Se pueden ofrecer la obras del día como se quiera, pero no te rompas el coco, se tardan 10 segundos y te quedas más contento que unas castañuelas…
Y por supuesto que sirve. ¿Qué pasaría si no le ofreciera mi día, ni le pidiera ayuda, ni le diera las gracias? Nada. Pero ofreciéndole todo lo que hago, le doy una visión sobrenatural a los rollos que luego me trago, convierto cada hora del nuevo día en un rato de oración…, que luego, cuando me voy acordando, suelo ir aplicándola por diferentes personas. Y es muy bueno ser agradecido con mi Padre Dios, al menos yo creo que le gusta que se lo diga...
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