30/9/19

pasar tiempo con los hijos...

PD1: “Lo que más desea cualquier niño es que su padre pase tiempo con él. Según la Dra. Meeker, lo que todo hijo necesita de su padre es principalmente: tiempo, afecto y aprobación. Nada eleva más la autoestima de un hijo que saber que a su padre le gusta estar con él. Se sienten seguros sabiendo que son importantes para sus padres y merecedores de su atención. Estos padres estarán enseñando a sus hijos un modelo saludable y digno de masculinidad. Probablemente nuestros hijos no recordarán todas las “charlas” que les hemos impartido sobre las virtudes y valores, pero siempre quedarán impactados por el ejemplo de vida dado por sus padres”, según Maria Calvo

27/9/19

Alguien nos cuida desde el cielo

PD1: Esta semana hemos celebrado a San Pio de Pietrelcina, uno de mis santos favoritos:

26/9/19

el padre no es una "mamá-bis"

PD1: El padre ha sido destronado y ha quedado reducido a ser una mamá-bis. Interesante entrevista aquí

25/9/19

la ideología de genero

PD1: La ideología de género está destrozando la sociedad, sin que nadie proteste. Hay una graves consecuencias en la relación entre padres e hijos. Te sugiero que leas este documento La ideología de género y sus consecuencias sobre la relación paterno-filial de Maria Calvo que lo explica con detalle y aporta mucha información, en los siguientes aspectos:

La ausencia física del padre y sus devastadores efectos

Problemas de los niños y jóvenes sin padre

Padres desprestigiados: La muerte social del padre

Qué es un padre: La función paterna:

+Permite al hijo individualizarse, separándolo de la madre

+Impone al hijo el orden de filiación frente a sus pretensiones de omnipotencia

+Ayuda al hijo a adquirir su identidad sexual

La importancia del padre en el equilibrio personal de los hijos

24/9/19

alteridad sexual

PD1: María Calvo, autora del Informe TFW 2015-1, "La importancia de la figura paterna en la educación de los hijos: estabilidad familiar y desarrollo social", explica el motivo de su estudio y su apuesta por poner en valor la figura paterna: https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=NTjQmYuedSg (5 minutos)

Si te ha gustado, sigue con este: https://www.youtube.com/watch?v=w049pIRXOYY (3 minutos)

23/9/19

dar gracias, pedir ayuda y ofrecer el día

PD1: Al levantarme cada mañana, le doy gracias a Dios por el nuevo día que me ha dado para vivir, le pido ayuda para que me eche una mano durante el día en las dificultades, y sobre todo, le ofrezco todo lo que haré durante el día. ¿Cómo lo hago? De la manera más simple, diciéndole en voz baja: “Gracias por el nuevo día. Ayúdame en lo que se tuerza. Te ofrezco todo lo que voy a hacer durante este día”. Así de simple. Y mañana otra vez, y así llevo muchos años…

Se pueden ofrecer la obras del día como se quiera, pero no te rompas el coco, se tardan 10 segundos y te quedas más contento que unas castañuelas…

Y por supuesto que sirve. ¿Qué pasaría si no le ofreciera mi día, ni le pidiera ayuda, ni le diera las gracias? Nada. Pero ofreciéndole todo lo que hago, le doy una visión sobrenatural a los rollos que luego me trago, convierto cada hora del nuevo día en un rato de oración…, que luego, cuando me voy acordando, suelo ir aplicándola por diferentes personas. Y es muy bueno ser agradecido con mi Padre Dios, al menos yo creo que le gusta que se lo diga...

20/9/19

abortar a los bebes recien nacidos...

PD1: En EEUU hay estados que es legal abortar hasta un día antes del parto. ¿Por qué no se podría abortar/matar a un niño recién nacido, o a un niño de tres meses? ¿Qué diferencia hay entre un feto en el seno materno y un niño que está fuera ya?

Francesa Minerva y Alberto Giublini, filósofos de Australia e Italia, aseveran que acabar con la vida de un neonato es igual que abortar. «El estatus moral de un niño es equivalente a la de un feto en el sentido de que ambos carecen de las propiedades ligadas al derecho a vivir».

Estos expertos explican que los recién nacidos son «seres humanos pero solo personas en potencia». «Ni fetos ni neonatos son personas en el sentido de sujetos que tienen un derecho moral a la vida». Sin embargo, afirman que una muerte post-nacimiento no se diferencia del aborto por cómo se haya practicado y afirman preferir la frase «aborto después del nacimiento que infanticidio».

Los autores de este artículo concluyen que lo que llaman «aborto después del nacimiento» debería estar permitido en cualquier caso, incluso cuando el niño que ha nacido no es discapacitado pero sí no deseado.

Argumentan que los padres y algunos doctores deberían tener el derecho de decidir si sus hijos siguen viviendo después del nacimiento si vienen con problemas. 

Los argumentos son terroríficos, pero muy reales, ya que no hay ninguna diferencia entre un feto y un recién nacido…, salvo que no está ligado por el cordón umbilical.

19/9/19

el Señor nos elige...

PD1: Jesús elige a los doce Apóstoles, símbolo del “nuevo” Israel, llamado a dar frutos de vida eterna y a anunciar a todos los pueblos la salvación.

Este nuevo Israel es la Iglesia, todos los bautizados. Nosotros hemos recibido, en la persona de Jesús y en su mensaje, un regalo único que hemos de hacer fructificar. No nos podemos conformar con una vivencia individualista y cerrada a nuestra fe; hay que comunicarla y regalarla a cada persona que se nos acerca:

El primer fruto es que vivamos nuestra fe en el calor de familia, el de la comunidad cristiana. Esto será sencillo, porque «donde hay dos o más reunidos en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos» (Mt 18,20).

El segundo fruto: La Iglesia es una comunidad cristiana abierta, es decir, eminentemente misionera. Por la fuerza y la belleza del Resucitado “en medio nuestro”, la comunidad es atractiva en todos sus gestos y actos, y cada uno de sus miembros goza de la capacidad de engendrar hombres y mujeres a la nueva vida del Resucitado.

Y un tercer fruto es que vivamos con la convicción y certeza de que en el Evangelio encontramos la solución a todos los problemas.

18/9/19

rezar por los gobernantes

PD1: Lo más cristiano del mundo es rezar por los enemigos, por la gente que no nos gusta… Qué clarito lo dice aquí el Papa, pese a que habrá muchos que no les guste. Se debe rezar siempre por los gobernantes, para que su labor sea justa y redunde en una mejora social y del bien común…

17/9/19

silencio interior

PD1: Tengo una enorme necesidad de silencio interior, de estar callado ante el sagrario, mirando y contemplando el crucifijo, pensando que está ahí para mí, que me espera y me ama.

16/9/19

abrazar a las hijas y quedar con los hijos

PD1: Me han dicho que hay que dar más abrazos. Que menos besos y más abrazos a mis hijos, sobre todo a las chicas que me quedan en casa. Que o las abraza el padre, o buscarán abrazos en los tíos que hay por ahí…

Y también que hay que quedar a tomar un café con los chicos que se han ido de casa. Que la figura paterna, la “autoritas”, no se pierde nunca, que el papel de padre y el cariño a nuestros hijos, lo necesitan hasta los 50 años…

Así que ya tengo deberes para ambos casos. Yo encantado de abrazarles y verles más.

13/9/19

comunicar con eficacia

PD1: Yago de la Cierva, escribe sobre comunicar con eficacia, reformulando lo que decimos dados los cambios de la sociedad. Si quieres leerlo entero aquí:

Comunicar con eficacia

En los cursos de comunicar con eficacia que se imparten en el IESE, solemos repetir que hay una distancia enorme entre lo que decimos y lo que nuestra audiencia necesita escuchar para hacer lo que le pedimos. Eso es lo que nos pasa con frecuencia. Incluso cuando, en el mejor de los casos, conocemos bien el Catecismo de la Iglesia, no lo sabemos explicar, porque no conseguimos transmitir a quien nos escucha la centralidad del mensaje cristiano.
Los católicos somos conscientes de que a menudo no llegamos al alto ideal que nos pide Jesús, pero también tenemos certeza de que la Iglesia es un lugar de amor y bienvenida, de crecimiento y sanación, de apoyo y enriquecimiento, de sabiduría y gracia, de aceptación incondicional; y que desempeña un papel crucial en la construcción de un mundo más humano y generoso. Por eso, nos sentimos frustrados al ver la imagen distorsionada de la Iglesia que tienen tantos amigos y conocidos: una institución presentada como dogmática, intolerante y arisca, interesada en lo suyo, que impone modos de pensar y de vivir, y que margina a los que piensan de otro modo. En resumen: el imperio del «no» en lugar del «sí».
Esta disparidad entre la percepción de la fe cristiana y de la Iglesia en la sociedad y la realidad familiar de quienes la conocemos desde dentro tiene que hacernos reaccionar. Pensar en que la sociedad se aleja de Dios es una verdad parcial, y por tanto nos engaña. Lo que tenemos que hacer es pensar cómo explicar la fe ante un mundo distinto del de hace 20 años.
Ha de ser un modo diferente, porque nos dirigimos a personas diferentes, totalmente diferentes. Como nuestra ciudad sigue igual, podemos pensar que los cambios son menores. En realidad, es como si nos hubiéramos mudado a China. Muchos de nuestros conciudadanos hoy conocen el cristianismo tanto −o tan poco− como los chinos. Hablarles como hablábamos a los españoles de hace veinte años es hablarles… en chino.
En esencia, la idea que aquí defiendo es de una sencillez embarazosa: para que la Iglesia se comunique en el entorno cultural contemporáneo no basta con hablar para que te escuchen. Demasiados filtros lo impiden. En la jerga de la comunicación, esos filtros se llaman «marcos». Quien desee hacerse entender, primero ha de aprender a salirse del marco que la cultura occidental pretende poner a la Iglesia, y que impide que te escuchen. Lo llamamos «reformular». Y podríamos llamar al Papa Francisco el «gran reformulador».

Reformular los contenidos para que sean escuchados

Una de las citas más emblemáticas de sus primeros meses de pontificado proviene de sus declaraciones a los periodistas en el vuelo de regreso de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en julio de 2013, cuando le preguntaron sobre los gais. Su frase «¿Quién soy yo para juzgar?» corrió como la pólvora, causando shock y deleite a partes iguales, y rápidamente adquirió vida propia.
Tal y como los comentaristas se apresuraron a señalar, la cita completa era: «si una persona es homosexual y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarle?», y formaba parte de la explicación de la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad, que empieza −como recoge el Catecismo de la Iglesia católica− con la llamada a acabar con la marginación de las personas homosexuales.
Puede que el mensaje haya sido tergiversado e instrumentalizado por algunos, pero la mayoría lo escuchó alto y claro: Dios ama y acepta a todo el mundo, y la Iglesia promueve que se acabe con su discriminación y su marginación.
La gente no había escuchado antes este mensaje de labios de la Iglesia. Habían oído hablar de juicio, no de misericordia. Habían escuchado explicaciones nítidas de que el sexo estaba reservado al hombre y a la mujer unidos en matrimonio, y que las tendencias homosexuales eran «intrínsecamente desordenadas». Pero habían pasado por alto los mensajes de bienvenida y aceptación. Fueron pocas palabras, con las que Francisco no añadió nada a la doctrina de la Iglesia, pero levantó la barrera que le impedía ser oído, y obligó al receptor a revisar sus ideas preconcebidas sobre la Iglesia. Eso es «reformular». Francisco lo llama «proclamación en clave misionera».
En la Exhortación apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual Evangelii Gaudium, el Papa advierte cómo el filtro mediático simplifica y distorsiona el mensaje de la Iglesia, pues lo presenta como si fuera una serie de prohibiciones, pecados y vetos, que hay que aceptar estoicamente. Pero «el Evangelio invita ante todo a responder al Dios amoroso que nos salva, reconociéndolo en los demás y saliendo de nosotros mismos para buscar el bien de todos. ¡Esa invitación en ninguna circunstancia se debe ensombrecer!», nos dice. Añade más adelante: el «mayor peligro» al que se enfrenta la Iglesia es que, sin esa invitación, «el edificio moral de la Iglesia corre el riesgo de convertirse en un castillo de naipes».
Aquel «¿Quién soy yo para juzgar?» de Francisco provocó una reacción tremendamente impactante, porque contradijo de frente un marco sólidamente arraigado en la sociedad contemporánea.
La ética de la autonomía favorece el derecho de las personas a decidir su propio futuro, y considera que los colectivos que han sufrido discriminación merecen todo nuestro reconocimiento y simpatía. Esta cosmovisión es predominante en las sociedades urbanas y educadas de Occidente, hasta el punto que cualquier mensaje que se aparte de él es mirado con suspicacia, como si apoyara la discriminación y la exclusión. Debido a la omnipresencia de este filtro, diga lo que diga la Iglesia acerca de la homosexualidad resulta distorsionado. Si comienzas el debate sobre la homosexualidad hablando del propósito de Dios para el sexo, o explicando que hay inclinaciones rectas y otras desviadas, lo que se escuchará será un intento de invocar una sanción divina para el disidente. Todo lo demás se filtra. Lo que sigue es un diálogo de sordos… o un concurso para ver quién grita más fuerte.
Probemos a empezar por la intención moral que está detrás de ese filtro, como hizo Francisco. Me atrevo a decir que el efecto será desarmante. Los corazones y las mentes se abren, y la escucha puede empezar.
El punto de partida no es averiguar los motivos que algunas personas tienen para atacar a los católicos, sino lo que mostraban esos ataques sobre los valores que defienden los críticos. Saber qué impulsa su protesta.
Si se actúa de ese modo, detrás de cada ataque descubriremos un valor positivo, un valor moral, en el que −consciente o inconscientemente− apoya su crítica. La tragedia de muchas discrepancias entre católicos y no católicos residía en que cada uno asumía que el otro era el enemigo de un valor, en vez de promotor de un valor. El liberalismo contemporáneo, por ejemplo, tacha a la Iglesia de fanática e intolerante, y no es extraño que los católicos se vean defendiendo la trayectoria de la Iglesia, indignados ante tal injusta acusación. Pero ¿qué pasaría si, detrás del ataque a la Iglesia, viéramos la afirmación de los valores católicos de tolerancia, justicia e inclusión?

11/9/19

¿miedo a tener hijos?

PD1: Y para ayudar a estropear las cosas, no nacen suficientes niños para dar un relevo generacional a los que se jubilarán en breves…
La situación es catastrófica y la situación de la economía no ayuda nada. La gente tiene miedo a tener hijos…

10/9/19

presentar la fe de manera atractiva

PD1: Yago de la Cierva, escribe sobre presentar la fe de forma atractiva y me parece muy interesante. Si quieres leerlo entero aquí:
Hay que aprender a presentar la fe de forma atractiva
La constatación de que a veces los peores amigos de la fe somos los mismos católicos, y que basta escuchar a algunos de nosotros para salir corriendo, es lo que dio origen a Catholic voices, una especie de movilización de laicos para aprender a presentar la fe a los alejados de manera tal que no se sientan rechazados y huyan, sino todo lo contrario: que les pique la curiosidad, y se sientan atraídos a saber más.
El proyecto nació con un objetivo inmediato: que personas de todo tipo (maestros de escuela, médicos, empresarias, abogados, periodistas, enfermeros, y hasta políticas) pudieran intervenir en los medios de comunicación como católicos, que en vísperas de un viaje papal tenían mucho interés en cualquier cosa relacionada con la Iglesia católica, máxime si era controvertido: la homosexualidad, los abusos de clérigos o el machismo institucional por rechazar el sacerdocio femenino.
En su origen ‘Catholic voices’ cubrió una necesidad de los medios
Pienso que esa misión originaria, de atender a necesidades ocasionales de contar con participantes en programas de radio y televisión con motivo de algún acontecimiento excepcional (una visita papal, un gran evento eclesial, un referéndum sobre una ley decisiva), mantiene toda su vigencia. Hoy existen voces católicas en más de 17 países, que intentan salir del clericalismo de los que piensan que hablar en nombre de la Iglesia es propio solo de clérigos, como tampoco lo son la dirección de los proyectos de evangelización, la administración de los bienes de la Iglesia o la enseñanza de la teología. En ese sentido, voces católicas es una manifestación más de madurez del laicado católico, a cincuenta años del concilio Vaticano II.
Al mismo tiempo, resulta evidente que saber defender la fe sin levantar la voz no es solo necesario para participar en debates televisivos y radiofónicos. Es algo fundamental para todas las circunstancias en las que un católico se siente interpelado por sus amigos, sus colegas de trabajo y sus parientes cercanos.
Las ocasiones suceden a diario: un compañero ha leído que un sacerdote ha sido arrestado por abusos a un menor, o que un obispo ha dicho que la homosexualidad es una enfermedad que tiene cura, y te interpela: «¿tú eres católico, verdad? ¡Explícame esto, porque me parece medieval lo que pensáis!»
Este nuevo enfoque ayuda a cristianos corrientes a ver esas circunstancias no como una amenaza sino como una oportunidad preciosísima de presentar la fe, y a enfrentarse con seguridad y confianza al desafío que suponen.
Nada menos cristiano que desaprovechar esas oportunidades en la que somos preguntados, aunque a veces de manera algo agresiva. Como decía Benedicto XVI, el catolicismo es la religión de la razón, donde todo, absolutamente todo, tiene una explicación. Como dijo el papa alemán, «creo porque es razonable». Huir del debate sería como salir corriendo ante alguien que, con palabras de san Pedro, «nos pide razón de nuestra esperanza», nos pregunte por qué creemos lo que creemos, por qué vivimos como vivimos, por qué celebramos como celebramos.
Cuando los focos de la controversia se centren en nosotros, no hemos de apagarlos ni escondernos, sino tomarlos como una oportunidad. Cuando la Iglesia sale en las noticias, unos se asombran, otros se indignan y no faltan quienes se escandalizan. En ese momento la gente está interesada: tienes su atención. Aprende a aprovechar el instante.

9/9/19

el poder de la oración

PD1: La única arma para todo es la oración. Hay que transformar el trabajo en oración, ofreciéndolo a Dios cada mañana. Y en primerísimo lugar esa oración fundamental que es la Eucaristía, ya que toda la fuerza sale de la Cruz de Cristo, que se hace sacramentalmente presente en la Misa: ahí está la Redención. Es bonito que cada vez que asistimos a la Misa pensemos que ahí se realiza la redención del mundo…

6/9/19

nos lo estamos jugando...

PD1: Nuestra sociedad, constantemente, nos recuerda que hemos de vivir bien, con confort y bienestar, gozando y sin preocupaciones. Vivir para uno mismo, sin ocuparse de los demás, o preocupándonos justo lo necesario para que la conciencia quede tranquila, pero no por un sentido de justicia, amor o solidaridad.

Hoy se nos presenta la necesidad de escuchar a Dios en esta vida, de convertirnos en ella y aprovechar el tiempo que Él nos concede. Dios pide cuentas. En esta vida nos jugamos la Vida.

Jesús deja clara la existencia del infierno y describe algunas de sus características: la pena que sufren los sentidos —«que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama» (Lc 16,24)— y su eternidad —«entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo» (Lc 16,26).

Hay que estar siempre preparados, porque un día seremos juzgados.

5/9/19

El Señor quería nuestra conversión

PD1: Dice san Juan Crisóstomo: “Cristo no se contentó con padecer la cruz y la muerte, sino que quiso también hacerse pobre y peregrino, ir errante y desnudo, quiso ser arrojado en la cárcel y sufrir las debilidades, para lograr de ti la conversión”

4/9/19

hay que ser + radicales

PD1: ¡Qué duras son las palabras de Jesús!: «Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela... Si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo» (Mc 9,43.47). Es que Jesús es muy exigente con aquellos que somos sus seguidores. Sencillamente, el Señor nos quiere decir que hemos de saber renunciar a las cosas que nos hacen daño, aunque sean cosas que nos gusten mucho, pero que pueden ser motivo de pecado y de vicio. San Gregorio dejará escrito "que no hemos de desear las cosas que sólo satisfacen las necesidades materiales y pecaminosas". Jesús exige radicalidad. En otro lugar del Evangelio también dice: «El que quiera ganar la vida, la perderá, pero el que la pierda por Mí, la ganará» (Mt 10,39).

Por otro lado, esta exigencia de Jesús quiere ser una exigencia de amor y de crecimiento en el mismo. No quedaremos sin su recompensa. Lo que dará sentido a nuestras cosas ha de ser siempre el amor: hemos de llegar a saber dar un vaso de agua a quien lo necesita, y no por ningún interés personal, sino por amor. Tenemos que descubrir a Jesucristo en los más necesitados y pobres.

3/9/19

lo que yo hago, no lo que hacen otros mal...

PD1: Este embarullamiento empresarial en España es un problema de ética, como cuenta Antonio Argandoña, pero sacando a relucir que lo que más importa es lo que uno hace, no lo que otros hacen mal:

La vida me engañó

No lo digo yo, eso de que «la vida me engañó». Lo dice María Marta Preziosa(aquí), a quien ya he traído otras veces a este blog, porque me gusta cómo piensa, aunque a veces su nivel filosófico supera la comprensión de un pobre economista.

«La discusión sobre ética no tiene como objetivo lograr que los otros hagan lo que tienen que hacer y solucionar el mundo. El objetivo es reflexionar sobre la propia toma de decisiones y sus condicionamientos. ¿Y esta reflexión para qué sirve? Para tomar mejores decisiones, elecciones más libres, más auténticas, más humanas donde el otro sea considerado tan valioso como yo lo soy».

Me recuerda a mi colega Juan Antonio Pérez López, a quien he recordado ya muchas veces. Cuando tomo una decisión, aprendo. Si digo la verdad, aprendo a decir la verdad; si miento, aprendo a mentir. Un personaje de «Un hombre para la eternidad», la obra de teatro (y película) sobre la vida de Santo Tomás Moro, que estaba fuera de la sala donde se juzgaba a este por alta traición, habla con el testigo falso que acaba de salir, y le pregunta algo así como ¿cómo te encuentras? El otro le responde que ya puede imaginárselo: acaba de mandar a Moro al cadalso. Y el otro le contesta algo así como «no te preocupes: la próxima vez será más fácil».

Por eso, la ética no es, en primer lugar, sobre lo que los demás deben hacer, sino sobre lo que yo debo hacer, decir, pensar o no hacer, no decir o no pensar. Preziosa da sus tres definiciones personales de ética, al final de su breve artículo. Me gusta más la tercera: «la ética es el modo en que uno elige vivir la diferencia entre el bien y el mal. Es decir, la ética es mi identidad construida sobre esa diferencia». 

¡Qué diferente es esa ética, la de la primera persona, yo, de la ética de la tercera persona, los demás!

2/9/19

se acabó el verano...

PD1: He disfrutado mucho de la familia, de la naturaleza, del deporte. Hemos hablado mucho y nos hemos divertido. Vengo con las pilas muy cargadas, objetivo número uno de unas buenas vacaciones. He tenido tiempo para pensar, algo que me suele faltar durante el resto del año. He tenido mucho tiempo para hablar con Dios de mis cosas, de los míos, de la gente que conozco, de ti también… He pedido mucho para que se mejore la realidad social actual, que hay mucho trabajo/rezos pendiente, por los más necesitados, por los que tienen problemas. He visto lo que la gente pasa de Dios, la cantidad de cosas que tenemos que hacer los cristianos...

Sanxenxo es un sitio estupendo para descansar, pero hay tanta juerga que ves esa huida de los jóvenes, ese consumismo exacerbado… Es un pueblo que pasa de 17.000 personas en invierno a 150.000 en verano y se masifica todo, con lo que eso tiene. Un clima especial, fresquito, y un mar apasionante para los que nos gusta la vela. Un sitio muy bueno para rezar (hemos podido ir a Misa todos los días), con buenos curas y buen ambiente matutino. Aunque, con tanto trajín, cuesta alcanzar la Paz en Dios que siempre es lo que busco…