12/5/14

relaciones con nuestros hijos

PD6: Muchos padres, por su trabajo, o por distracciones ajenas al hogar, a veces por huir de su familia y refugiarse con amigos o con relaciones infieles, dedican muy poco tiempo a sus hijos. Algunos salen muy temprano y llegan muy noche, cuando los hijos aún no se despiertan, o ya están dormidos. Quizá, los fines de semana convivan un poco, si es que dejan descansar al móvil, pues el Whatsup les entretiene y les da pretextos para no atender a los hijos. Aunque físicamente están con ellos, su mente y quizá su corazón están en otras partes.

Hay parejas que no quieren tener hijos, ni uno solo, porque son molestos, quitan tiempo, exigen sacrificios, no permiten muchas vacaciones, complican el trabajo fuera de casa, estorban tu “libertad”. O, cuando mucho, deciden tener uno o dos, no más, con el pretexto de que la vida está muy cara, que los tiempos no permiten más, que es mejor tener pocos para darles todo… Y luego ni siquiera les dan tiempo, cariño, cercanía, afecto, acompañamiento educativo, formación en valores. Como muchas madres deben trabajar, los dejan en la guardería, los encomiendan a las abuelas, o a muchachas de servicio. Consideran pérdida de status, de oportunidades, de libertad, dedicarse íntegramente a ellos, como si la maternidad a tiempo completo fuera una cadena.

Nos quejamos de la violencia generalizada, de la inseguridad, de tantos jóvenes y adolescentes dedicados al crimen organizado, a andar en pandillas, a estar encadenados al alcohol y a diversas drogas. Preguntémonos cuántos de ellos andan en esos malos pasos porque no tuvieron unos padres que les dedicaran tiempo, que se ocuparan de ellos, que no los abandonaran. Preguntémonos para cuántos padres de familia es más importante su trabajo, lo que ganan, “su tiempo”, sus relaciones, sus compromisos sociales, que sus hijos. En las familias disfuncionales, o con padres no cariñosos y cercanos, está la raíz de los males sociales. No es sólo la pobreza y la falta de oportunidades, sino la falta de buenos padres y madres.

Hay que actuar. Hay que dar prioridad al tiempo que dedicamos a los hijos. No valen esas excusas de que trabajamos mucho para darles alimento, ropa, escuela, medicinas, juguetes… Organizarles sus actividades de tal modo que ellos ocupen el centro de su atención, también para jugar, pasear, hablar, comer, ver televisión, visitar familiares y amigos, participar juntos en la Misa del domingo, acompañarles en su crecimiento integral, ganar su confianza para que nos expongan sus dudas, sus inquietudes y problemas. Si no te tienen confianza, algo anda mal en la relación con ellos. Hay que revisar nuestra actuación con humildad y darles el corazón, no sólo dinero.

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