8/5/12

un pueblo de Jaén

PD4: El pasado puente de Mayo estuvimos en Jaén, en un pueblecito de 5.000 habitantes. Notamos que había habido una clara mejoría con respecto a las veces anteriores que habíamos estado, mejoría de cosas nuevas que habían hecho. Sigue siendo un pueblo muy feo, pero habían hecho más cosas que en los últimos 25 años que solemos ir por ahí. Es un pueblo que vive del poco trabajo que tiene, su industria cerámica cerró por inanición, cuenta con una gran cooperativa de aceite que da empleo a unos pocos. Es un pueblo donde los viejos son los que se están quedando, ya que los jóvenes no tienen más trabajo que en los bares, atestados de mayores medio alcoholizados… Para más inri, el alcalde anterior se gastó lo que tenía y lo que no tenía. Hay dudas de desfalco. Se han construido una gran cantidad de aceras nuevas (plan E de ZP), más un bulevar con jardineras en la calle principal, más nuevo edificio consistorial, más un mirador con una porquería de vista… Lo suyo vamos, que esto es España, hasta en estos sitios más remotos de las grandes urbes…, que para eso tienen la tele, si no es para copiar lo malo…

Pero lo que más me pudo fue la pérdida de fe manifiesta que se había producido en los últimos años. Asistimos el domingo a las Primeras Comuniones de 10 zagales, chicos y chicas… La gente con sus mejores galas, con una ligera pinta de pilinguis, pero ni se consiguió llenar la iglesia, ni casi nadie comulgó… ¡Cuánto pecado habrá madre! Más que pecado, abandono de costumbres religiosas. Se ha abandonado la práctica de la fe y ésta desaparece de los que no la cultivan… Como decían los canallas de mis hijos, asistimos a la primera y última comunión de esos pobres diablos…, que celebraban el acontecimiento como su gran acto social, con el pueblo embelesado.

La juventud cambia la costumbre de rezar y las prácticas religiosas, por la discoteca y los bares… Pero la culpa no es suya, la culpa la tienen sus padres y los viejos del lugar, que no han sido capaces de enseñarles nada de lo que merece la pena. Su máxima: ser como los de la tele (esta es la gente que se debe creer que Gran Hermano es lo mejor…)

Y la peor conclusión que sacamos es ese microcosmos que siguen siendo los pueblos. Todo se sabe de todos, todos están pendientes de lo que haces… Bendita ciudad y su anonimato.

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