14/1/14

Somos unos rutinas

PD4: Todos los días hacemos lo mismo, nos arreglamos siempre igual, desayunamos lo mismo, vamos por el mismo camino, compramos en las mismas tiendas, siempre lo mismo, comemos más o menos igual todas los meses (¡las lentejas todos los puñeteros miércoles!), hablamos con los hijos de las mismas cosas…, rezamos lo mismo, le contamos al Señor las mismas preocupaciones… ¡Qué rollo es la maldita rutina! ¿Saldremos algún día de ella?

Yo lo intento, aunque estoy como en un bucle. De vez en cuando cambio y en vez de comprar en Mercadona, alterno con otros almacenes. Hemos vuelto a descubrir la mantequilla que sabe, las ricas mermeladas ya olvidadas… Será más barato, pero se nos olvidan las cosas buenas que nos perdemos. Lo hago fatal cuando voy a casa: siempre cojo el mismo camino ya que pienso que es el más corto, cuando se podría ir por otro más largo que se vieran cosas nuevas… De palique, me repito; ya lo sabes y sufres. Y de rezos, para contarle mis cosas a Dios, suelo decirle siempre lo mismo; mis preocupaciones no cambian muy rápido, mis peticiones por las personas de mi entorno, familia, amigos, enfermos, fallecidos, suelen ser las mismas. Intento cambiar, pero suelo insistir e insistir. Si no pedimos no se nos dará… Y se nos dará si Él quiere, no porque nos empeñemos nosotros. Ya entenderemos los porqués.

Pues eso, cambia de tiendas, cambia de bar/restaurante, cambia de camino de vuelta a casa, cambia tus hábitos, los malos, no los buenos, cambia en tu forma de rezar, no te repitas…, hay que tener una miras más altas, acordarnos por los perseguidos por su fe, acordarnos de las intenciones de los otros, del Papa, pedir por la evangelización del mundo, del lejano y del muy cercano… ¡Vale ya de lloriquear porque me duelo esto o aquello, porque me gustaría que mi hijo fuera eso o lo de más allá, que hay otras más cosas, caramba!

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