1/12/14

yo, me, mi, conmigo...

PD3: Cuando, de pequeños, nos poníamos por delante en el hablar, nuestras madres nos decían para corregirnos: “el burrito por delante para que no se espante”, queriéndonos advertir que no está bien decir “Yo y mi hermano”, sino que es más correcto: “Mi hermano y yo”. Nuestro inocente egoísmo infantil nos hacía ponernos en primer lugar, pero nuestras madres sabían que debíamos ceder el sitio a los demás en el decir, no sólo por una cuestión de corrección gramatical, sino también como una forma de aplacar nuestras impulsivas presunciones. Y es que las palabras educan.

Las palabras se las lleva el viento. Las palabras dejan un rastro, una huella, un esquema mental que, como un molde, acoge las experiencias vitales y las adapta a su forma. Y es que es más fácil pensar bien si se habla bien, porque el cuidado en el hablar repercute en el cuidado en el obrar.

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