5/9/12

generosidad en el trabajo

PD3: Este verano hemos salido 7 veces a cenar fuera, uff, quizás demasiadas. Descubrimos un "loureiro", es decir, un restaurante que no es restaurante: te dan de comer en una casa y se evitan ellos los costes fiscales (ponen una rama de laurel en la puerta para identificarla)… Negro negrísimo no, renegrío… Pero no es por ahí por donde van estos tiros, sino por la generosidad. ¡Qué cacho de raciones daban! Lo normal en los restaurantes, sobre todo los finolis de nouvelle couisine, es que te den seis chipirones muy adornaditos y monos, en un plato estiloso. Pues en el loureiro te soltaban una ración increíble, que debería ser de cantidad como si fueran 6 platos de otros restaurantes… Eran fuentes largas con montaña de comida: luras, chinchos, xoubiñas, calamares, carne con patatas fritas, pimientos Padrón… ¡Qué generosidad, pensaba siempre! Lo alucinante eran los precios también. Semejante mogollón de manjares, mejor cocinados que muchos otros restaurantes oficiales, venían a costar de media unos 7 euros por comensal. Estos precios ya no son los gallegos. Sí que lo fueron hace unos años, muchos… Pero hasta Galicia se acabó por contagiar de la subida de precios general que ha sufrido España en los últimos 15 años. Sin embargo, en los loureiros comías por 70 pavos para 10 comensales… Esto es generosidad. Esto es lo que aprendí este verano: hay que ser generoso en el trabajo, en lo que le damos a la gente por nuestro oficio. Hay que hacer las cosas muy bien hechas, aunque nos cueste mucho hacerlas, aunque empleemos mucho tiempo. Hay que hacerlas muy bien y ofrecerlas. Como cuando dan de comer en los loureiros…: abundante, con generosidad.

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