15/6/11

¿Sabes obedecer a tu jefe?

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PD4: La gente no se deja dar órdenes, ni saben darlas…si tú supieras, si yo te contara. He trabajado para varias empresas y por regla general habría que mandar a los jefes a hacer un buen curso de Management. Eso sí, yo muy díscolo he sido poco obediente también…He tirado por medio, he intentado llevar en mis trabajos un empuje particular, buscando dar algo más, saliéndome muchas veces de la norma, como ahora…Si creo que es bueno, lo hago, aunque no me lo hayan mandado.

Los nuevos empresarios, trabajadores y colaboradores no admiten órdenes

Pau A. Monserrat

Tengo que admitir que, si bien me manejo adecuadamente en un entorno jerarquizado (de algo me tiene que servir ser de los últimos en han hecho el servicio militar obligatorio), me cuesta recibir y ejecutar órdenes.

No digo instrucciones, digo órdenes. De ese tipo de tareas que debes realizar sin cuestionar el cómo ni el porqué. Aún recuerdo el proceso de selección en el que participé para entrar a trabajar para Banco Zaragozano, hace más de una década. Se me quedó gravada una frase:

En los bancos no buscamos ni tontos ni genios, queremos gente regular.

Era joven e imaginé que esta estrategia de RR.HH. era la mejor para una empresa; pero me dio bastante pena oírlo. En el fondo, ese señor trajeado me decía que los bancos buscaban gente mediocre, “normal”, que no se cuestionara las órdenes. Y lo peor es que pasé el proceso de selección!

La verdad es que siempre he sido un poco contestatario. Los jefes autoritarios no me suelen aguantar mucho tiempo. Ni yo a ellos, ya que una cosa es que el cuadro de mandos sea necesario para actuar como un ejército y otra que este ejército esté mandado por un tirano. Ya lo decía Sun Bin:

Quien tiene forma puede ser definido,
y quien puede ser definido, puede ser vencido.

Una empresa con unos directivos autoritarios que se rodean de empleados y colaboradores sumisos actúan de forma predecible, ya que nadie cuestiona las órdenes del jefe. Y al ser sus estrategias demasiado rígidas, se rompen cuando el viento sopla demasiado fuerte.

Tal vez no estaba tan equivocado, por muy novato que fuera, al disgustarme la política de RR.HH. del banco. La situación actual, opino, ha demostrado que sin personas y estructuras creativas, con organigramas rígidos y empleados de sucursal reducidos a meros ejecutores de órdenes, la entidad financiera se quiebra cuando azota el huracán llamado crisis económica.

No sólo es que las empresas con mandos déspotas no sean eficientes en tiempos revueltos, además es que las nuevas generaciones ya no admiten según que trato. Los más vetustos dirán que son unos malcriados que no saben obedecer órdenes, pero la realidad es que por mucho que digan no les van a obedecer.

Unos dirán que con tasas de paro cercanas al 40% poco podrán exigir los más jóvenes. Yo les contestaré que con sueldos que ni rozan los 1.000 euros, poco se les podrá exigir a ellos. La gente que se va incorporando al mercado laboral es muy diferente a los que ya estamos en él. Mejor, diría yo.

Mejor en el sentido de que han aprendido que la democracia no son sólo palabras. Que participando se enriquecen mucho más que obedeciendo. Que la empresa para toda la vida ya no existe y que lo principal es hacer carrera uno mismo, cambiando de firma en firma si la organización no cubre sus expectativas de formación y participación.

Internet y las redes sociales han revolucionado el pensamiento de la población mundial. Ya nadie duda de que mueven el mundo, por encima de las jerarquías establecidas, si hace falta. Este movimiento llegará a la empresa, con inusitada fuerza cuando se empiecen a crear empleo.

Y además creará empleo, ya que la figura del emprendedor ha de ser la que genere riqueza en un futuro próximo. Ya hay una interesante proliferación de gente que decide emprender su negocio, con las múltiples trabas que nuestro sistema fiscal y financiero les pone. Pero el futuro está en la gente que arriesga.

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